
Incluso desde su cama de hospital, frágil pero decidido, el Papa Francisco sigue impulsando la agenda jesuita, llamando a la paz y la unidad mundial a pesar del deterioro de su salud. Su mensaje a los líderes mundiales es que abracen la paz y trabajen por la reconciliación encomendando sus almas a María. Incluso ante la muerte, el Papa Francisco sigue comprometido con la misión última del Vaticano al seguir difundiendo el vino de Babilonia desde su supuesto lecho de muerte.
Lo siguiente fue publicado por la revista jesuita América mientras el Papa Francisco estaba en el hospital:
• “El Papa Francisco, en un mensaje desde el Hospital Gemelli, pidió oraciones por la paz en las zonas de conflicto del mundo.” Saludo a todos los peregrinos presentes hoy en Roma –dijo el Papa en su mensaje– y, como suele hacer, los exhortó a rezar por el fin de los conflictos en el mundo”.
• “ Gracias por el cariño, la oración y la cercanía con que me acompañáis en estos días”, dijo. “Quiero agradecer a los médicos y al personal sanitario de este hospital por sus cuidados: realizan un trabajo tan valioso y agotador, ¡apoyémoslos con la oración!” “Concluyó su mensaje animando a encomendarse a la Virgen, ‘para que nos ayude a ser, como Ella, coristas y creadores de la belleza que salva al mundo‘”.1
El papa Francisco, que fue condenado básicamente a la tumba, se niega a permanecer en silencio. Desde su cama de hospital, donde el mundo observa y espera noticias sobre su estado, sigue impulsando su mensaje y no se ha dado por vencido. Incluso cuando se acerca la muerte, no se deja intimidar y utiliza lo que muchos han calificado como sus últimos momentos para seguir difundiendo las mentiras del espiritismo, llamando a la gente a depositar su fe en los espíritus de los muertos: María. La sacralidad del domingo y el espiritismo son los dos grandes errores que constituyen la agenda jesuita.
“Mediante los dos grandes errores, la inmortalidad del alma y la santidad del domingo, Satanás atraerá al pueblo bajo sus engaños. Mientras que el primero sienta las bases del espiritismo, el segundo crea un vínculo de simpatía con Roma” (El conflicto de los siglos, pág. 588).
En tiempos de crisis, cuando la muerte acecha y la incertidumbre se apodera de nuestros corazones, sólo hay una esperanza verdadera: Jesucristo. Sólo Él se enfrentó a la tumba y la conquistó, resucitando victorioso sobre el pecado y la muerte. Cuando el miedo y la desesperación amenazan con consumirnos, debemos depositar nuestra fe en Él, no en María ni en nadie más, porque fue sólo Jesús quien dijo:
“Yo soy el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén; y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” Apocalipsis 1:18.