La participación en el mercado global y el comercio internacional es esencial para las naciones porque estar conectados impulsa el desarrollo económico y la prosperidad. En el contexto de la crisis final durante la marca de la bestia, se espera que los sistemas económicos desempeñen un papel fundamental como herramientas de control y cumplimiento. Según Apocalipsis 13:16-17, la marca de la bestia estará vinculada a la capacidad de comprar y vender, lo que nos revela que en los últimos días, los sistemas económicos globales se volverán altamente centralizados y regulados para garantizar que el domingo sea respetado como el día de descanso.
Esto es exactamente lo que está sucediendo hoy en Israel. El 31 de diciembre de 2024, The Times of Israel informó lo siguiente:
“El Ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, aprobó el lunes un cambio a una semana de operaciones de lunes a viernes para alinear la bolsa local con los estándares globales y los mercados extranjeros”. “Smotrich dijo que la transición desde la semana de negociación actual de domingo a jueves tiene como objetivo adaptar el mercado de capitales local para que se superponga más con la semana de negociación y los horarios de Wall Street y las bolsas europeas”. “Cambiar los días de negociación es un componente central de nuestra visión para fortalecer la conexión entre el mercado de capitales israelí, la economía israelí y los mercados globales”, dijo Smotrich. “Esta medida permitirá a los inversores globales acceder al mercado de capitales israelí con mayor facilidad, invertir en nuestro atractivo mercado local sin barreras innecesarias y perjudiciales, y fortalecer la economía israelí en el largo plazo”.1
En los últimos días, la profecía revela que la participación en la futura economía global dependerá de que las naciones y los individuos adopten el domingo como el día universal de descanso y adoración, en consonancia con la marca papal de apostasía descrita en Apocalipsis 13. Las naciones se verán obligadas a adoptar este sistema bajo un esquema de “pago por participar”, en el que el cumplimiento de las leyes dominicales se convierte en un requisito previo para el acceso a los mercados y sistemas financieros globales. Aquellos que rechacen este mandato enfrentarán exclusión económica y persecución, cumpliendo así la profecía de que nadie comprará ni venderá sin la marca. Este escenario refleja una unificación de poderes políticos y religiosos, que utilizan los sistemas económicos como herramientas de coerción para imponer la adoración falsa y socavar la libertad de conciencia individual.
“En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que son leales a Dios verán cortado todo apoyo terrenal. Por cuanto rehúsan quebrantar su ley en obediencia a los poderes terrenales, se les prohibirá comprar o vender. Finalmente se decretará que serán condenados a muerte. Pero a los obedientes se les da la promesa: ‘Habitará en las alturas; fortalezas de rocas serán su lugar de refugio; se le dará pan, y sus aguas serán seguras’ (Isaías 33:16). Por esta promesa vivirán los hijos de Dios. Cuando la tierra sea asolada por el hambre, ellos serán alimentados” (El Deseado de todas las gentes, pág. 121).