En la edición de 2024 del “Annuario Pontificio”, o Anuario Pontificio, publicado esta semana, el Papa Francisco restableció el antiguo título pontificio honorario de “Patriarca de Occidente”, revocando la decisión del Papa Benedicto XVI de suspender el título en 2006. 1
Esta designación honorífica ha reaparecido entre la lista de “títulos históricos” utilizados para designar la realidad teológica y temporal del oficio pontificio. Entre ellos se incluyen Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal y Arzobispo Metropolitano de la Provincia de Roma, entre otros.
“La renuncia a este título pretende expresar el realismo histórico y teológico y, al mismo tiempo, ser la renuncia a una reivindicación, una renuncia que podría beneficiar al diálogo ecuménico”, afirmó entonces el dicasterio. El dicasterio argumentó que la comprensión cultural y geográfica de Occidente se había expandido desde Europa occidental para abarcar también América del Norte, Australia y Nueva Zelanda.
De acuerdo a esta noticia, Benedicto XVI no usó ese título para que no obstaculizara el proceso ecuménico que se estaba realizando con las iglesias en América del Norte. Una vez logrado ese objetivo ahora el papa Francisco reinstala ese titulo de nuevo al papado. Según el diccionario Británico, «Patriarca» significa, un hombre que controla una familia, grupo o gobierno.2 El mundo y las iglesias están actualmente de mano dadas con el papado. La agenda climática de Roma está poniendo de pie al mundo protestante. Se está produciendo un alineamiento universal en el que líderes católicos y protestantes se están uniendo para promover el mismo mensaje. El mundo está bajo el liderazgo del Papa Francisco para salvar el planeta, incluso cuando el pecado, la anarquía y la santidad del domingo continúan propagándose a un ritmo alarmante.
Roma habla y el mundo escucha. El Papa Francisco manda y las ovejas obedecen. Algunas personas lo hacen para obtener ganancias financieras, otras por conveniencia y otras, como muchos de los líderes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, incluido Ganoune Diop3. Lo que Diop dijo en la reunión de primavera de la Asamblea General en este mes de abril, tal vez finalmente haya destapado el oscuro movimiento ecuménico que ha estado devorando la verdadera teología adventista del séptimo día durante décadas. Ya está a la vista. No podría haberlo formulado más claramente, caracterizando a aquellos que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo como terroristas. Según Diop, los Mensajes de los Tres Ángeles ya no son aplicables. Son una aberración en el mundo de hoy. Además, Diop da a entender que quienes hablan en contra del Papa o sus defensores seculares, que apoyan doctrinas formuladas en retórica marxista, están incurriendo en un discurso de odio y deberían ser vistos como extremistas. Esta canción y baile es la misma estrategia inteligente que fue utilizada con bastante eficacia por funcionarios gubernamentales autoritarios y los medios de comunicación durante la pandemia. Encasilla a personas sinceras y bien intencionadas como fundamentalistas o teóricos de la conspiración y relega la verdad al proverbial basurero.
EG White lo resume de esta manera: “Aquellos que vivan durante los últimos días de la historia de esta tierra sabrán lo que significa ser perseguido por causa de la verdad” {ST, 26 de mayo de 1898, párr. 10}. Ella dio aún más detalles: “Cuando alcancemos el estándar que el Señor quiere que alcancemos, los mundanos considerarán a los adventistas del séptimo día como extremistas extraños, singulares y estrictos” {RH, 9 de enero de 1894, párr. 10}. Entonces, ¿si mantenemos la boca cerrada sobre la verdad detrás de la agenda papal y las falsedades que están incursionando en las iglesias, contaminando en última instancia la teología, estaremos libres de persecución? Realmente, el mundo entero se ha subido al mismo tren y el Papa Francisco es el conductor. Aquí somos testigos de cómo los líderes protestantes se están vendiendo por completo para unirse al gobierno mundial único de Roma.
“No podemos ver cómo la iglesia romana puede librarse de la acusación de idolatría… Y ésta es la religión que los protestantes están comenzando a considerar con tanto favor, y que eventualmente se unirá al protestantismo” (Review and Herald, 1 de junio, 1886).
“El mundo profeso protestante formará una confederación con el hombre de pecado, y la iglesia y el mundo estarán en armonía corrupta” (Comentario Bíblico, vol. 7, p. 975).