El Centro Universitário Adventista do Ensino do Nordeste es una universidad adventista en Bahía, Brasil, afiliada a la Unión Misión del Este de Brasil.1 La universidad tiene una facultad de teología que se especializa en estudios religiosos, estudios bíblicos, ética, historia de la iglesia y atención pastoral. En un video publicado por primera vez el 5 de julio de 2024 por Mauricio Aragon2, verá a estudiantes y conquistadores adventistas del séptimo día siendo descarriados por su deseo de ser como el resto del mundo en términos de música y baile. Esas tonterías no tienen cabida en una institución adventista. Esto es solo una fiesta, y Dios no está en la agenda.
Lamentablemente, parece que esta facultad teológica debe tolerar tales manifestaciones en lugar de seguir el mandato pastoral de “clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado” (Isaías 58:1), ya que a nuestros jóvenes se les está permitiendo glorificarse a sí mismos en lugar de glorificar a Jesucristo. Sin embargo, lo que vemos que está sucediendo en Brasil no es algo único; a los jóvenes adventistas de todo el mundo se les está lavando el cerebro para que caigan en esta locura. Llevar estas manifestaciones a la iglesia no santifica los métodos de entretenimiento de Satanás. Dios solo aceptará una solución a la invasión de este tipo de entretenimiento ofensivo en nuestro medio:
“En estos días, Dios no ha instituido ningún plan nuevo para preservar la pureza de su pueblo. Como en el pasado, exhorta a los que yerran y profesan su nombre a que se arrepientan y se aparten de sus malos caminos. Ahora, como entonces, por boca de sus siervos escogidos predice los peligros que les esperan. Hace sonar la nota de advertencia y reprende el pecado tan fielmente como en los días de Jeremías. Pero el Israel de nuestro tiempo tiene las mismas tentaciones de despreciar la reprensión y odiar el consejo que tenía el Israel antiguo. Con demasiada frecuencia hacen oídos sordos a las palabras que Dios ha dado a sus siervos para beneficio de los que profesan la verdad. Aunque el Señor, en su misericordia, retiene por un tiempo la retribución de su pecado, como en los días de Jeremías, no siempre detendrá su mano, sino que castigará la iniquidad con justo juicio” (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 165).